En el ajetreo de la vida diaria van perdiendo importancia las palabras, y es ahí donde las personas que nos dedicamos a las ventas empezamos a cometer errores. Se nos olvida que la venta obedece más a la emoción que al razonamiento; que por lo tanto un excelente vendedor tiene que ser un provocador de emociones. Por esto exploraremos El poder de las palabras en el proceso de la venta

La palabra es la viva expresión de nuestra fuerza espiritual y se convierte en poder; por eso mismo debemos aprender a declarar con la boca lo que queremos que suceda. Como siempre deseamos cosas buenas en términos de satisfacción del cliente o de ganar dinero; tenemos que grabar en nuestro subconsciente el incalculable poder que infunden las palabras positivas.

El poder de las palabras en el proceso de la venta es enorme; si lo sabemos manejar, seremos capaces de seducir con la magia que acompaña su poder. Aunque claramente estas deben estar respaldadas por el cumplimiento y el respeto.

El valor que le demos a la palabra se convierte en nuestra carta de presentación; y por eso nuestras frases deben ser el motor que impulse las ventas, y no el freno.

Nuestro cliente se vuelve incrédulo cuando las palabras que escucha no están respaldadas por nuestra convicción; él debe sentir que nosotros como vendedores sabemos lo que estamos haciendo, y que confiamos plenamente en nosotros mismos y en nuestro producto. El cliente no es una víctima que se deja atrapar por palabras bonitas; él vigila lo que hay detrás de cada frase y descubre cuando le estamos fingiendo.

Las palabras son como semillas llenas de vida y energía; cosechamos de acuerdo a lo que sembramos. Un vendedor profesional no comenta sus derrotas ni ahuyenta la fidelidad de sus clientes con palabras despectivas; tampoco se dedica a hablar de sí mismo, olvidándose del producto o de atender las necesidades de su cliente.

Pero la seguridad que tienes en ti mismo y tu convicción, no te dan derecho a amedrentar; la intimidación es moralmente inaceptable y a la primera señal de presión tu cliente perderá la confianza. El inmenso poder de tus palabras debes usarlo para argumentar verdades, y no para ocultar defectos de tus productos o servicios.

Las palabras que tanto repites se enraízan en la mente subconsciente y cuanto más a menudo lo haces, más profundamente se graban. Es bien inteligente tener un alto conocimiento de cada tema y ser muy selectivo con la información; pues cuando las ideas son claras no necesitamos muchas palabras para hacernos entender.

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